El amor es una extraña mezcla de
sensaciones que te atraviesan y se entrelazan entre sí formando laberintos
eternos llenos de locura y pasión. Es una sensación que todos sentimos y que
nos satisface pero a la larga o a la corta nos termina lastimando y terminamos
sufriendo. Y a pesar de eso de algún modo lo seguimos eligiendo. Porque juramos
y prometemos que nunca volveremos a amar, pero es como una cadena que llevamos
sujeta con un candado del cual jamás encontramos la llave para abrirlo y
dejarnos libres de esa condenación. Porque hasta el solitario del desierto ama,
porque hasta el que no es amado ama, porque hasta el que dice no amar, en el
fondo siempre ama a alguien.
Con el amor también surge algo que
hace que las mariposas vuelen y revoloteen en la panza, y que regales sonrisas
por todos lados. Que tus neuronas desaparezcan y que lo patético se adueñe de
tu cerebro, que pierdas la noción del tiempo y que tu mirada solo logre enfocar
a una persona. Persona que es tu mundo, que es la luz que te ilumina día a día
y que crees que solo a su lado podes vivir. Todos los astros se unifican para
formar un solo mundo, un mundo que crees que nadie puede destruir.
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